


En un contexto político como el Asunceno el Estado parece refundar y recrear las peores pesadillas de nuestro territorio. Alienta alevosamente la promoción de la dictadura de Stroessner y la “justicia” deja impunes a criminales que perjudican a todxs. Parece que no existe vía a través de lo partidario o ciudadano que pueda producir cambios de fondo, despegado de modelos tradicionales desfasados y obsoletos. En este saqueo que desatiende a la humanidad y la naturaleza ¿cómo seguir?
Necesitamos ser otrxs, hacer otras cosas, pensar y desear por fuera del neoliberalismo que está capitalizando todo lo que sentimos, pensamos y vivimos. Des-territorializar conductas, afectos y hábitos y generar otros, más allá de la sensación de impotencia que nos consume. Desobedecer la mismidad, ir por los bordes, salirse, derrocar al ídolo de uno mismo (o las certezas) para dar lugar a otra cosa, a otrxs.
Por eso juntarnos es imprescindible, y sabemos que no existe algo como estar juntxs, habitando el acontecimiento del encuentro. La performance es una excusa que nos induce a percibirnos por algunos instantes, más cuerpo que mente, lo que resulta inspirador y estimulante. Sobrevivientes de sistemáticas opresoras, moviéndonos y creando alternativas, habilitando variantes.




